pongo entre la tierra y el cielo una nube
varios ojos entre la soledad de un valle
en la oscuridad bajo rocas un corazón
que seque la saliva que surca las cortinas
varias tormentas de modo que se oigan
besan sangre secándose en la luz haciendo de serpiente
caminamos dentro de una montaña de escombros
lustrando las rocas para encontrar una luz antigua
con las ganas ateridas de amarnos sobre la piel
de una tierra recién nacida aún sin aire
en el cielo las nubes las pusimos
para caminar en sueños con pies frescos
bien adentro de la tormenta
la tierra se hizo joven para recibir en tu espalda
mi deseo de hacernos inmortales
la oscuridad fue un momento luz partida
la respiración fue un momento luz partida
los deseos de perdurar fueron un momento luz partida
las tormentas de nuestra garganta
fueron un momento luz partida
me preguntaron el nombre
dije nube
me preguntaron el nombre
dije ojos
me preguntaron el nombre
dije luz
dije garganta
dije todas las partes de la axila
dije todo el horizonte de a pedazos
memorizo todo lo hecho lo soñado lo no hecho
sobre la tierra cada día que nos amamos
para hacernos inmortales
(extraído de mapas del ojo)
(Héctor Ranea Sandoval)
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