María Gracía Subercaseaux, Espejo
Los ojos abiertos, cuando está oscuro,
los ojos cerrados, cuando estalla
el relámpago. ¿Qué
falla en el instante puro,
en la instancia más abierta y destilada?
No somos polvo ni hierba.
Y lo somos, aunque entremos al mar
y, entre olas, sepamos
que allá abajo hay plantas y peces.
¿Quién instaló muerte,
azar? ¿Quién puso llama
en el extremo de la vela,
bestias cabeza abajo,
dolor en el dolor?
¿Es todo cuanto podemos decir?
¿Y esa que, desnuda,
al pie de una cama
con sábanas revueltas,
a sí misma se contempla?
¿Dónde de sí hacia el mundo
la roca viva,
la indócil materia en bruto?
No todo lodo viene de la lluvia
ni toda desnudez supone deseo.
Una sombra no significa presencia de luz.
La luz se rompe cuando parece más fuerte.
¿De qué lado sopla el viento
cuando alguien pisa las hojas secas
y no se entristece por ellas?
(Carlos Barbarito)
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